¿Por qué no me ascienden si hago bien mi trabajo?


¿Por qué no me ascienden si hago bien mi trabajo?

La pieza de la semana

Se necesita más que reconocer tu trabajo para ascender

Haz bien tu trabajo. Sé cumplido. No armes problemas. Haz más de lo que te piden. Nos enseñaron a obedecer, y no a movernos óptimamente en el mundo corporativo. Por eso estás ahí, patinando en el mismo puesto viendo cómo otros ascienden.

Uno de los errores silenciosos que hablan más fuerte en el camino profesional es pensar que el crecimiento llega automáticamente si hacemos bien las cosas. No es así.

El crecimiento depende, en gran medida, de cómo se te percibe cuando no estás en la sala. ¿Quién menciona tu nombre cuando hay una nueva oportunidad? ¿Quién sabe realmente lo que haces? ¿Quién valora tu aporte más allá de los resultados?

El rendimiento técnico es solo una parte. La otra –la que nadie te enseña en la universidad ni en la inducción de la empresa– es la estrategia relacional.

Si sientes que no te están viendo, que tu talento pasa desapercibido, tal vez es hora de hacer un diagnóstico más profundo.

Conexiones inesperadas

No basta con trabajar bien. Hay que dejar huella

En la Pieza 3 del libro “Nadie sabe para quién trabaja”, hablo de una verdad incómoda: en el trabajo no estás para hacer amigos, estás para construir relaciones.

Durante años me esforcé por hacer un buen trabajo y cumplir con todo. Pensaba que eso bastaba. Hasta que entendí que, sin intención relacional, no hay crecimiento sostenido.

Hay una red invisible que influye en decisiones clave. Personas que te recomiendan o te bloquean. Que te hacen brillar o te dejan en sombra. A veces se trata de hacer política mientras trabajas con otros, y que el reconocimiento también se construye en lo invisible.

Desde que entendí esto, empecé a crecer, a hacerme preguntas como: ¿A quién he ayudado últimamente que me pueda ayudar? ¿Quién conoce mi forma de trabajar que me ayude a avanzar en mi camino?

Caja de herramientas

Mapa de aliados silenciosos

Esta herramienta es sencilla y poderosa: haz una lista de personas dentro y fuera de tu organización que influyen –aunque sea indirectamente– en tu crecimiento profesional.

Divídelas en tres círculos concéntricos:

  1. Influencia directa: en el centro, personas con quienes trabajas a diario y que pueden decidir sobre tu futuro.
  2. Influencia extendida: el siguiente círculo, quienes no trabajan contigo, y pueden recomendarte o abrirte puertas. Clientes, proveedores, incluso competidores, entre otros.
  3. Aliados silenciosos: quienes han visto tu trabajo, confían en ti y pueden hablar bien de ti incluso sin que tú lo sepas. Colegas de amigos cercanos, padres de familia de compañeros de tus hijos, entre otros.

Revisa esa lista. ¿Hay alguien con quien deberías reconectar? ¿Alguien a quien agradecer? ¿Alguien a quien ayudar?

Una red sólida no se improvisa. Se cultiva con intención.

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